El Caribe como destino turístico

Abstract

Este texto es un análisis, primero, del Caribe como destino turístico, y luego, de República Dominicana como oferta o atracción específica dentro del ámbito caribeño en la segunda mitad de la década de los 80. De acuerdo con el autor, las islas que conforman las Antillas Mayores y Menores tenían entonces todos los elementos para constituirse en el segundo destino turístico del mundo, solo después de Europa. Los paisajes, la flora (los cocoteros, los árboles frutales), las playas de agua caliente y fina arena y el clima estable en todo el año (con temperaturas de primavera y verano) se aliaban a una oferta hotelera que, aunque no era homogénea en la calidad de sus servicios, tendía a superarse y diversificarse. En cuanto a la posición del país respecto a los demás destinos de la región, para el autor era evidente que la oferta dominicana no tenía, por el momento, competencia. En esa época, el país se llevaba el 10% de los casi siete mil millones de dólares anuales que el turismo generaba el Caribe y apenas estaba desarrollado en un 25% de sus posibilidades, a pesar de que desde ya era el primer ofertante habitacional. El tamaño del país, la extensión y calidad de sus playas, su patrimonio cultural e histórico y la calidad receptiva de los dominicanos constituían sus principales méritos. Lo que entonces —como todavía hoy— gravitaba sobre el equilibrio turístico de la región y sobre las posibilidades de crecimiento del sector en República Dominicana era la entrada plena en el mercado del país precursor del turismo en dicha zona, Cuba. Es por eso que el autor finalizó su artículo haciendo hincapié en que el país debía mejorar la capacitación de sus recursos humanos y la eficiencia y calidad de sus servicios hoteleros y comunitarios (agua, energía y recogida de basura).